En soledad pero no solo
El techo de zinc se me hace semejante a un pentagrama. Lo pienso y me sonrío de la metáfora inevitable pues lo que ocurre es que es desde allì que comienza a dejarse oír la música de las gotas que las negras nubes ya no pueden contener y dejan caer sobre la calurosa tarde noche.
El cielo rezonga en truenos y enciende relámpagos para que la lluvia, pueda ver donde caer y se anime, y una gota acompaña a otra y una y otra se hacen aguacero. La orquesta de la naturaleza entona su melodía. Ya solo se escucha la percusión en el techo y en el cielo. Y como fuegos artificiales, los relámpagos parten la noche, hacia un lado, hacia otro, y trueno y relámpago y lluvia se hacen uno. La imponente fuerza de la naturaleza. La imponente fuerza de Dios. Y me doy cuenta que estoy solo. He estado todo el día solo. Ahí, en la puerta, a cubierto de la lluvia, las dos viejas perras, que acompañaron a mi madre tantos años, me vigilan atentas.
Otro día en soledad. Pienso que me hubiera ayudado un mensaje quizás, de mi pareja o de alquien que me hiciera sentir que pensó en mí. Sí, me habría hecho bien que alguien necesitara hacerme saber que me piensa. Es dificil no sentirme triste. Entiendo que esto es parte de lo que sembré antes de conocer al Poder Superior.
Entonces me doy cuenta de la generosidad de Dios. Porque, aunque otro día en soledad, no he perdido la esperanza. Y sigo creyendo que lo mejor está por venir. Y lo mejor será la paz y tranquilidad de mi conciencia. De mi alma. De mi espíritu. Para que cuando llegue el minuto final y mire hacia atrás, pueda sentirme orgulloso de haber echo lo mejor que pude. Me asomo a la noche y el viento se une a la sinfonía. Tres jazmines abrieron sus pétalos agradeciendo con su aroma y su blanco puro la refrescante ducha. Vuelvo a mi yo. Ojala Dios me ayude, para que cuando llegue ese instante final, tenga la certeza de haber recorrido la segunda parte de mi vida tratando de ser un casi cristiano.
De lo que estoy seguro es que no estaré solo. Como no lo estuve totalmente hoy. Jesús estuvo conmigo. Porque Él, como nadie, conoce la intensidad de mi lucha espiritual. Y sabe que mi deseo es poder un día mirarlo a los ojos y decirle: “Hice lo mejor que pude.Si no fue suficiente de verdad lo lamento, pero quiero agradecerte el amor que me diste desde el mismo instante en que nací. Seguiré haciendo tu voluntad. “
No. No estuve solo hoy. Jesús estuvo conmigo. No necesito más.
Julio
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