Siempre serás un ex
Cuando una persona que ha estado presa por años, recupera su libertad, espera que el mundo lo reciba con generosidad y perdón. Pasó mucho tiempo, preparándose y soñando con ese momento en el que pudiera por fin mirar hacia delante y ser uno más. Sin que se le acuse veladamente, o no tanto, de seguir siendo lo que lo llevó a purgar una condena, que solo ella, o alguien que haya vivido igual situación, puede comprender el sufrimiento que ha soportado. Y lo ha soportado, porque tenía la esperanza de volver a elegir. Soñaba con nuevas oportunidades. Con que se le midiera por lo es hoy y por lo que será. No por lo que fue. Confiaba que aquellas personas que ama, y que dicen que la aman, se pusieran en su lugar. Que entendieran que hizo cosas que estaban muy muy mal, pero que no fue hasta determinado momento y circunstancia, que lo entendió.
Así como el adicto al alcohol no considera su adicción como un problema, una enfermedad, hasta que le sucede o hace algo que lo sacude más allá de su propio entendimiento. Se enfrenta entonces, no sólo a tener que hacerse una autocrítica profunda y sincera, a tratar de llegar lo mas al fondo de su alma que pueda, sino también a las críticas y acusaciones del entorno.
Esta persona sabe, entiende, que otras personas actúen así. Ella ya se ha puesto en el lugar de ellas y las ha mirado con los ojos del alma. Y entiende. Y acepta. Y perdona. Pero toma conciencia que será por siempre, para esas personas un EX preso, alcohólico, lujurioso o lo que sea. Que será siempre juzgado con esa vara. Siempre habrá una palabra, una frase, una actitud, que aunque sea echa o dicha con total inocencia y buena intención, habrá quien la asocie con aquel que equivocó su camino, y trata de redimirse. Toma conciencia que su fama, adquirida por “meritos propios”, nunca lo abandonará mientras se mantenga en el entorno donde la generó. Aunque está convencido de haber encontrado el camino correcto, el que hace que hoy se sienta capaz de ser una buena persona en todos los aspectos, sin que le pese, reconoce que el camino es largo y duro. Y esta contento con lo que está descubriendo. Cuantas cosas tenía adentro que lo enfermaban y que no tenía ni la más minima conciencia que estaban allí. Cuantos rencores, frustraciones, cosas mal aprendidas. Pero se esta transformando. Esta teniendo un nuevo corazón. Su gran duda es si podrá vivir siempre como el EX. En su entorno, y en particular con su pareja, perdió el derecho a opinar en muchos aspectos.
Hoy podría hablar de tantas cosas con otra experiencia, otra visión, otra realidad. Pero no es creíble. No es confiable. Y es lógico que así sea. Pero… ¿así es como quiere vivir? ¿Así es como va a afianzar su transformación? ¿así podrá integrar una familia? ¿así podrá integrar una comunidad cristiana? ¿así podrá tener la paz en su espíritu que nunca tuvo?
Tal vez lo mejor seria cortar casi todos los lazos que lo mantienen, de alguna manera relacionado con su pasado. Mantener solo los imprescindibles, como sus hijos, nietos, hermanos, con los que no es necesario un contacto diario. Construir otro entorno, otro habitat. Un nuevo lugar donde pueda desarrollarse como una nueva persona. Sin que la fama lo condene. Tal vez alguien piense que lo que busca es volver a ser lo que fue donde no lo reconozcan para lograr engañar más fácilmente. No habrán entendido nada entonces. Y es comprensible. Solo aquella persona que vivió en el infierno, en la oscuridad, y vuelve a renacer, puede entender. La decisión es difícil. Puede ser muy dolorosa. Puede hacer que se sienta perdido, solo, derrotado. Seguro que Dios, ese Espíritu Superior que lo rescató de su podredumbre, lo guiará para que tome la mejor decisión. O tal vez obre sobre esas personas que solo ven lo malo que hizo, sin pensar, ni por un instante, cuan infeliz fue toda su vida. Piensan en el daño que ocasionó. Pero no en el tormento que vivió desde niño. QUE DIOS HAGA SU VOLUNTAD.
Julio