La esperanzada razón de ser

“Cuando descubro los ojos tristes,

de los que miran pero no ven,

yo sé que buscan, como yo busco,

la esperanzada razón de ser.”

De una canción de Cacho Labandera

 

Todo ser humano tiene un propósito en la vida. Una razón de ser. La mayoría pasa por la vida y llega al final de sus días sin siquiera enterarse por qué, siempre, vivió con un vacío que trató de llenar con diferentes cosas: alcohol, juego, lujuria. Las más de las veces, esto tuvo su origen en la formación y vivencias de su niñez primera. Sus cimientos fueron débiles y equivocados. Por tanto la construcción de su personalidad tiene fisuras importantes que ponen en peligro, o hacen caer, su estabilidad emocional. Y se convierte en una persona triste. Y aunque siga el ritmo de la vida diaria, la tristeza se anida en su alma.

Hablo de una tristeza muy íntima, muy de adentro. Tal vez nadie, ni siquiera en su entorno más cercano lo noten. Pero está ahí, alma adentro. Y mata poco a poco las virtudes, las facultades positivas, el amor al prójimo, y lo aleja de ese espíritu superior que rige la vida de los humanos. Todas y todos buscamos una razón de ser, algo que nos colme, que haga querer vivir cada día con entusiasmo, con proyectos, esperanzas, alegría. Pero equivocamos el sendero y cuando intentamos darle un giro a nuestra vida, queremos hacerlo solos, y se nos torna imposible.

Basta prestar un poco de atención en la calle, en el ómnibus, en el súper, en la feria o en una simple reunión familiar, mirar con los ojos del alma y encontraremos, detrás de sonrisas y buen humor, esas triste miradas de almas que vagan entre los compromisos, los deberes, las responsabilidades, pero que no están íntimamente a gusto con la manera en que viven. Ignoran por qué y para qué están en este mundo. Tal vez han sabido cumplir sus deberes como padre o madre o hijo, o hija, o cónyuge, o incluso en tu ocupación laboral. Sin embargo, les falta algo muy propio, muy suyo. Es algo que les falta en su alma; es un vacío intenso y doloroso que solamente puede llenar el Ser Superior.

Yo mismo, hasta hace poco tiempo desconocía esto que te digo y recién estoy conociéndolo. Lo llamo Dios y con su ayuda estoy buscando mi razón de ser, mi por qué, mi para qué en este mundo. He dejado suelta las riendas de mi vida, y se las he pasado a Èl, y le pido, le ruego y confío en que me está guiando.

Por supuesto que hay días en que esta búsqueda se hace difícil, pesada, incluso desalentadora. Pero entiendo que es parte del proceso, del aprendizaje. No sé cuán largo será el camino y a veces me pregunto si no será que el mismo, terminará más allá de esta vida en la tierra. Pero mientras caminemos confiando en el amor y el poder del Ser Superior –al cual tú puedes llamarlo de una manera distinta que yo- experimentaremos estar en la dirección correcta y nos sentiremos auténticos. Libres. Sanos.

Cada vez que descubro un par de ojos tristes, de esos que miran pero no ven, recuerdo que ella o él está buscando su esperanzada razón de ser, y le doy de lo que tengo para ayudarlo: mi palabra, mi testimonio, el relato de lo que a mí en mi vida me pasó. Al hacer eso, le apuesto todas las fichas al futuro de esa persona. Sucede que estoy seguro que si él o ella le dan permiso al Todopoderoso  - que es también Todorrespetuoso de nuestra libertad- entrará en su vida y la transformará, tal como lo viene haciendo conmigo.

 

Julio

saa.montevideo@hotmail.com